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Javier Montes d’Arce nació en la Ciudad de México y es egresado de la carrera de Cine y Televisión. Actualmente radica en Nueva York y a menudo trabaja en otras ciudades tanto en proyectos personales como de encargo. Es fundador de Trece Cielos, casa productora donde trabaja como director, fotógrafo y post productor de diversas campañas publicitarias. Ha escrito y dirigido cortometrajes entre los que destacan ¨Flamboyanes¨ que actualmente se encuentra proyectándose en diversos Festivales y ha sido premiado internacionalmente.

Durante cuatro años, trabajó en el programa Fulbright Hays Summer Abroad (Texas-México-Colombia), documentando los seminarios y viajando a diferentes ciudades con el propósito de compartir la historia y cultura de México. Vivió en Baja California Sur, donde exploró diferentes temas recurrentes en sus fotografías junto con su pasión por las ballenas, el mar y la búsqueda de geometría sagrada en el desierto. Tuvo diferentes exhibiciones fotográficas y fue parte del Comité Organizador del Festival Internacional de Cine de Los Cabos.

Javier considera la fotografía como un acto científico en la manera en como una imagen fija detiene ese implacable río de tiempo permitiéndonos reflexionar acerca de la vida y así, examinarla desde un especie de microscopio. De ahí su necesidad de hacer uso del cine, la fotografía o video para poder generar ese intercambio personal que a la par crea múltiples significados colocando un marco sobre lo infinito.

Interesado en transmitir su trabajo con la intención de crear nuevos significados en aquéllos en los que resuena, Javier está atento a lo que evoluciona fotográficamente y que deviene de esa alegría de ver y entender todos los elementos que confluyen en una fracción de segundo, tiempo y espacio para capturar algo que le parece interesante, está a punto de terminar o dejar de existir.

En su trabajo, Javier está interesado en explorar el orden profundo en el universo que es independiente del caos, el espacio y el tiempo. También considera que lo más bello de este ejercicio no es sólo la obra fotográfica sino la interpretación del mundo que queda en esa memoria marcada por el corazón.

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